La energía del corazón es la energía de la unión, de la fusión con lo que nos rodea. Localizado en el centro del pecho, el corazón es el chakra intermedio de los siete chakras, símbolos del sistema energético Tierra-Cielo que es el ser humano. Por debajo del chakra del corazón se encuentran los chakras ligados al ego, las energías ligadas a la supervivencia, a lo instintivo, a lo emocional inconsciente, al poder. Las energías que han dominado nuestro mundo en los últimos miles de años del periodo de oscuridad que ahora toca a su fin. Por encima del chakra del corazón comenzamos a acceder las energías sutiles ligadas a las dimensiones no materiales, podíamos decir a las dimensiones espirituales. El corazón, considerado siempre por todas las tradiciones espirituales como “la puerta del alma”, es la llave al Espíritu en nosotros, al Ser que realmente somos, a la percepción de la Unidad de todo lo que nos rodea.
Hablamos en este artículo de la “apertura del corazón en el hombre”, no porque en la mujer no sea éste también un trabajo necesario e imprescindible, sino porque es el hombre, como arquetipo canalizador de la energía masculina, el que ha estado y sigue estando, por lo general, más alejado de la energía del corazón. La mujer canaliza de forma natural la energía de lo femenino, de la Diosa, y esta energía es una energía unida al corazón. La mujer siempre ha estado y sigue estando más cerca de la energía del corazón, aunque, tras miles de años de civilización masculina, y de masculinización de la propia mujer, la expresión de esa energía en la mayoría de los casos se reduzca a una conexión mayor con el mundo del sentimiento, teñido de emocionalidad y de inconsciencia. Pero la esencia de lo femenino es la Madre y ésta estará siempre más cerca de la energía de la unión.
El Tantra, como sistema de unir el cielo y la tierra, lo de arriba y lo de abajo, considera la energía del corazón como la energía donde lo demás se alquimiza. El ego, con su visión dualista de separación, de yo y lo de fuera, de amigos y enemigos, de lo que es bueno y lo que es malo, se disuelve en la conciencia de unidad cuando la energía se eleva al corazón. El corazón ha sido siempre mal entendido, confundiéndose con lo emocional. Así cantidad de ataques a todos los niveles y de acciones destructivas en la historia de la humanidad se han justificado y se siguen justificando día a día, porque “salen del corazón”.
Lo emocional es la compulsión ligada al inconsciente, es digamos, la manifestación en la acción de la mente inconsciente y esto es bien distinto del sentimiento puro que proviene del corazón. Como decíamos el corazón es la energía de la unión, del no-yo, del no-dos. Y cuando se está en la energía del corazón es imposible luchar contra alguien, es imposible destruir algo, pues no hay “otro” separado de uno mismo. Desde el corazón, lo “otro” se percibe como uno mismo, y al no haber dos, no puede haber “enemigo”.
La apertura a la energía del corazón es algo necesario e inevitable en el proceso de evolución actual y supone la recuperación e integración de los valores yin, femeninos, en nuestro interior. Tras varios miles de años de era yang, de preeminencia de lo masculino, tenemos ahora, en el nuevo ciclo, la oportunidad de evolucionar a un nuevo ser humano y dejar atrás todos los esquemas basados en el miedo y a separatividad. De crear una nueva Tierra, desde el amor, desde el corazón.
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