jueves, 8 de enero de 2009

Amarte es Admirarte

tulipan



Admirar la esencia de alguien, más  allá de su imagen, también  puede despertar la pasión y abrirnos a un amor auténtico.



No es que la admiración produzca orgasmos pero, mucha veces, crea  las condiciones para que se den.Si estamos frente a una persona con algún atributo de su carácter que admiramos, la  observaremos de un modo especial, incluso  le perdonaremos algunos defectos físicos.De repente algo incide sobre nosotros que no es la química sino la manera de ser, aunque  podríamos decir la manera del ser.



La admiración obra como un moderno y evolucionado sistema de seducción que reemplaza los primitivos estímulos visuales por unos más sutiles y elegantes.Y es que si la admiración nos lleva al "amor pasional",lo hace a través de un by-pass que crea la cultura y exalta la mente.



No sé que fisiología se activará en ese caso, pero  hay una fantasía sofisticada que nos acerca a la atracción física, un  Eros más elaborado, un  virtuosismo sensual.La admiración ya no trata de iconos primitivos sino de cualidades humanas.Ya no es el penacho rojo o la cara pintada la que atrae, sino  el símbolo y la metáfora.



Según Walter Riso; psicólogo  catedrático, autor  de libros de éxito, como  Amar o Depender,Los Límites del Amor,etc; en cada ciclo de vida la pasión adopta distintas formas de expresión;no obstante más allá de la indiscutible fuerza que la define existe un trasfondo que permanece estático, una  consigna que todavía está por descifrar.¿Puede haber admiración sin amor?Por supuesto, nos  sucede siempre.Pero lo contrario no es posible: ¿cómo amarte si no me sacude tu esencia?



El siguiente fragmento del poema de Vicente Aleixandre,titulado Nacimiento del Amor,expresa ese encuentro:



¿Cómo nació el amor? fue  ya en otoño.



Maduro el mundo, no  te aguardaba ya.



Llegaste alegre, ligeramente rubia, resbalando  en lo blando



del tiempo.Y te miré. ¡Qué hermosa me pareciste aún,



sonriente, vívida, prematura en la tarde, sin  luz, graciosa  en aires dorados;



como tú, que  llegabas sobre el azul, sin  beso,pero con dientes claros,



con impaciente amor!



 




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