sábado, 23 de mayo de 2009

El masaje cachemir, el yoga del tocar


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El masaje cachemir (Kashmiri massage) surge de la tradición shivaíta tántrica, cuya existencia se remonta a la civilización del Valle del Indus, 2500 años antes de nuestra era. Los cachemires desarrollaron esta tradición desde el inicio de nuestra era. Dicha tradición ha dado lugar a una gran riqueza de escritos filosóficos, poéticos y científicos entre el siglo ocho y trece, culminando con los escritos de Abhinavagupta, autor del “Tantraloka” en el siglo once.

El masaje cachemir forma parte integrante del yoga tántrico, del cual se encuentra una formulación en el “Vijnanabhairava tantra”, uno de los textos más antiguos de yoga, escrito al inicio de nuestra era.

Este masaje no tiene miras terapéuticas directas, tiende únicamente a conducir hacia una conciencia corporal sutil y hacia una vibración -parecida a la de un instrumento de cuerda- llamada “espanda”. Un tratado entero, el “Spandarika”, está consagrado al espanda, escrito por Vasugupta o Kallata en el siglo nueve. El espanda va a hacer que se funda la percepción de la dualidad, conduciendo hacia una experiencia extática del mundo.

Técnicamente, este masaje se funda sobre el conocimiento yóguico del cuerpo y las experiencias sutiles de los 108 marmas o puntos energéticos, parecidos a los puntos de acupuntura, y que son puestos en relación entre sí por los movimientos del masajista. El masaje requiere ante todo presencia, razón por la cual forma parte del yoga. Durante dos horas, una ausencia total de distracción, de intención y la capacidad de realizar movimientos continuos, extremadamente lentos, cubriendo la totalidad del cuerpo del paciente. Se recomienda la utilización de aceite caliente de sésamo. El masajista está sentado en la posición del loto (piernas cruzadas), el receptor del masaje en el eje, sus piernas pasan a cada lado del busto del masajista que puede así acceder a todas las partes del cuerpo sin desplazarse ni perder el contacto. Se inicia el masaje en la parte anterior del cuerpo y se continua sucesivamente con los dos lados antes de masajear la espalda. El masajista balancea el cuerpo del paciente de una posición a otra mediante una técnica simple. El masaje se termina proyectando en el espacio el cuerpo del receptor del masaje por medio de las piernas y los brazos, sostenido sólo por las rodillas y las manos del masajista, flota sin contacto con el suelo.

Daniel Odier menciona haber recibido la transmisión de este yoga en 1975 de la yoguini cachemira Lalita Devi y lo enseño desde 1995 en Europa y los Estados Unidos.

El masaje cachemir es una vía hacia la armonía emocional y mental, un yoga completo.


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