miércoles, 20 de agosto de 2008

El sexo, algo más que pasarlo bien

El sexo es un ejercicio básico que nos hace sentir bien a todos, es positivo para la salud y hay fuertes evidencias de que los beneficios que produce se extienden a los terrenos físico y emocional. Mientras que nadie puede aprobar las prácticas insanas, los médicos de hoy reconocen la importancia del sentido sexual para nuestras vidas. Para los hombres, la vida sexual ordenada ayuda a mantener su próstata en buenas condiciones. Esta glándula tiene dos funciones. La primera es proporcionar el fluido para la eyaculación y la segunda se refiere a ciertas bacterias que, están dispersas por el pene durante todo el día. La razón de que un hombre no coja infecciones de manera habitual se debe a que la próstata actúa como una barrera contra las bacterias. Los médicos han teorizado sobre los poderes de la próstata en relación a la lucha contra las bacterias, basándose en las observaciones clínicas de que un hombre puede padecer infecciones prostáticas debido a que esta se congestiona. Por obvias razones, practicar el sexo de forma regular es útil para prevenir ese tipo de congestión.



Imagen tomada de Flickr por paxeko


Respecto a las mujeres, las posibles ventajas para la salud de una vida amorosa activa incluyen el alivio de los dolores de espalda baja y los de síndrome premenstrual. Quizá la contribución más obvia a la buena salud es la manera en que el sexo alivia las tensiones. No sólo la tensión física producida durante el acto sexual sino las tensiones de la vida cotidiana, las que se desarrollan en nuestra mente y van manifestándose en el cuerpo. Hacer el amor implica un ciclo de tensión y alivio que se inicia cuando queremos. Los juegos sensuales que anteceden al acto elevan los latidos cardiacos mientras se calientan nuestros cuerpos y la piel se va haciendo más sensible al contacto de nuestra acompañante.


La sangre se va acumulando en la zona pélvica. En los hombres de produce la erección y en las mujeres la lubricación de la vagina y la erección del clítoris. Comprensiblemente, nuestro cuerpo interpreta estos cambios como tensión los cuales se alivian con el orgasmo. El control del peso es otro factor de salud que puede verse afectado por una vida sexual feliz.


Es cierto que el sexo y los alimentos son formas de gratificación física. Las personas acuden a los alimentos en busca de gratificación ante la ansiedad generada por una frustración, convirtiéndose en una emoción negativa. Por otra parte, los estudios sugieren que las personas que practican el sexo regularmente, tienden a ser menos obesas. Sin embargo no hay una relación causa-efecto. La obesidad puede conducir a una falta de sexo, aunque no haya sido producida por él. Respecto a las propiedades del cuerpo para quemar calorías, el viejo dicho de que un buen acto sexual quemaba 500 calorías resulta, probablemente, demasiado elevado. Naturalmente depende de su duración y también del entusiasmo de los participantes, pero es muy probable que consumamos el equivalente a cinco minutos de una actividad física tradicional a intensidad media. Durante el acto sexual nuestro corazón late más deprisa, respiramos más rápido y se incrementa la circulación. Sin embargo, la sesión sexual promedio no dura lo suficiente para que sirva como sustituto de una actividad aeróbica promedio. La falta de sexo, por otra parte, puede tener efectos nocivos sobre el corazón.



Imagen tomada de Flickr por dormilona


Los investigadores han establecido una relación directa entre las enfermedades coronarias y la soledad en un estudio efectuado con personas casadas y divorciadas, estableciendo que las enfermedades cardiacas afectan el doble a los divorciados que a los casados. Esto hace pensar que hay una base biológica para nuestra necesidad de relaciones humanas amorosas. De otro lado, para las mujeres, la vida sexual activa puede ayudarles a la prevención del riesgo de cierto tipo de cánceres. Las estadísticas demuestran que las monjas y otras mujeres que se abstienen del sexo son más proclives a padecer cáncer de seno, ovarios o útero que las que lo practican. La clave parece estar en la ovulación. Las mujeres que han tenido hijos y que, por lo tanto, han ovulado menos veces a lo largo de sus vidas que las que nunca tuvieron descendencia, suelen tener menos propensión al cáncer de ovarios, como les sucede a las mujeres que toman la píldora, que detiene la ovulación. Sin embargo, las mujeres sexualmente activas, deben precaverse contra el riesgo de cáncer cervical que es mayor, sobe todo en mujeres promiscuas. Todos estos beneficios físicos son sólo una gota de agua en comparación con lo que puede suponer de satisfactorio una vida sexual activa.




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