jueves, 21 de agosto de 2008

Tras la crisis, más unidos que nunca


Lo que no te mata te hace más fuerte”, oímos decir ante aquellas dificultades que, lejos de hundirnos, nos hacen resurgir con más tesón. ¿Es esto aplicable a las crisis de pareja?. Existe la creencia de que las tensiones en las relaciones de pareja pueden llegar a tal punto que o acaban disolviendo el vínculo, o terminan por renovarlo y fortalecerlo aún más, una vez se superan. “De todo se aprende” otros dirían, pues bien parece que esto podría adjudicarse de igual forma a los conflictos conyugales.


La primera clave para superar una crisis de pareja es contar con ella, no quedarnos anclados en el “esto no nos podía pasar a nosotros”, pues todos somos susceptibles de vivirlas en algún momento de nuestra historia emocional y afectiva, si bien es verdad que no todo el mundo las vive con la misma intensidad, ni las carga de ultimátum o amenazas que acrecientan la hostilidad y complejidad del asunto. Por eso, tener en mente que nadie está exento de verse envuelto en tal obstáculo marital, hará que probablemente se esté más atento a las señales o primeros indicios de malgaste o insalubridad de la convivencia.


Seamos honestos, estas crisis no aparecen de la noche a la mañana, ni son resultado del cambio brusco e inexplicable por parte de uno de los dos. Generalmente vienen precedidas de: disminución en la comunicación, ausencia de interés por lo que sucede o experimenta el compañero, deseo de aislarse o pasar más horas solos, pérdida de respeto y descalificaciones en las discusiones, prolongados silencios que duran varios días sin intercambiar palabra, cambios en el deseo sexual o frecuencia de los encuentros íntimos, pensamientos continuados de dejar la relación, sentimientos de decepción o desencanto por el otro, etc. Hemos de puntualizar que para que puedan considerarse signos de alarma han de darse de manera reiterada durante un tiempo, puesto que su ocurrencia puntual o circunstancial no se debe necesariamente a un problema de base. No hay que hacer oídos sordos a estas conductas, dejando que se resuelvan con el paso del tiempo por sí solas, pero tampoco es conveniente estar continuamente alerta y dramatizar cada vez que uno de los dos se muestre más distante o enfadado, ya que puede haber multitud de explicaciones ajenas y externas a la relación (estrés laboral, discusiones con otros familiares, alteraciones físicas por problemas objetivos de salud, etc.)



Otro factor importante para actuar de un modo u otro a la hora de afrontar positivamente esta situación es el hecho de que sea una crisis persistente, que prácticamente se haya solapado con la anterior o que lleve apareciendo periódicamente en el núcleo de la pareja. De ser así, ambos estarán más cansados y se sentirán más frustrados y desesperanzados para poder superarla. En este caso hemos de decir, con la mejor de las intenciones, que quizá es tiempo de solicitar ayuda profesional e intentar resolver los problemas por una vía distinta, dado que los medios empleados previamente no han arrojado sus mejores frutos.


Si en algunas de las líneas expuestas, te has sentido identificado y quieres abordar con éxito la crisis de pareja por la que estáis pasando, tal vez pueda servirte de utilidad seguir algunas de las recomendaciones que a continuación os detallamos:



  • Recuerda que el resultado de haberos perdido tiene que haber sido necesariamente haber tomado un camino erróneo. Si continuas atribuyendo la culpa a tu compañer@ únicamente, al azar o a la vida, difícilmente podrás asumir el gran papel que tienes para solucionar el problema. Deja de lamentarte y ocúpate. Pon un punto final a los reproches gratuitos y cuida escrupulosamente las formas en las que vas a pedir o corregir a tu pareja. Lo primero es empezar por establecer un diálogo sano en el que tiene que tener cabida la escucha activa tanto como las peticiones constructivas acerca de lo que te gustaría que cambiase el otro.


  • Tras varias semanas o meses pendientes de los agravios que tu pareja te infringía injustamente, te has entrenado en detectar a la más mínima cualquier pequeño detalle de él/ ella que te molesta, decepciona o entristece, potenciando la visión más negativa de la pareja. Por eso, es fundamental que compenses urgentemente el desequilibrio existente en tu percepción, comenzando por ejercitarte en registrar todos y cada uno de los gestos positivos que tenga tu compañer@ para contigo, por muy pequeños que sean, y por supuesto valorándoselos explícitamente (un gracias o un abrazo a veces bastan para reconfortaros en este sentido).

  • Aceptar a tu pareja tal cual es no tiene por qué ser un acto de resignación pasiva, sino una elección activa en la que asumes que él/ella tiene derecho a estar equivocado, o ser como es; y si decide cambiar debe ser su decisión, no consecuencia de tu coacción o por la simple necesidad de agradarte sin pleno convencimiento de lo que está modificando.

  • Si tras varios intentos por arreglar las discrepancias, tenéis la sensación de que apenas podéis comunicaros, es una buena ocasión, como os sugeríamos anteriormente, para plantearse la posibilidad de comenzar una terapia de pareja, donde un experto os facilite técnicas de negociación y pueda mediar entre vosotros. Acudir al especialista no es un síntoma de debilidad, ni de que las cosas estén acabadas, sino todo lo contrario, denota que tenéis la humildad suficiente para reconocer vuestros propios errores y déficit, y la motivación necesaria para buscar otros recursos que os ayuden a proteger y cuidar la relación de pareja por la que todavía apostáis.Foto1: Carlos Savoir

    Foto2: Ganathon




No hay comentarios.: