viernes, 8 de agosto de 2008

¿Qué roles adoptamos en nuestra intimidad?

Si lo pensamos bien el sexo, sea con la pareja estable o con un “amante ocasional”, no deja de ser una relación social más, en la que predomina el lenguaje no verbal de los gestos y las miradas, pero en el que también tienen cabida otros componentes como la excitación a través de las palabras o el juego de roles (policía y ladrón, tímido y seductor, médico-paciente). Muchas de las fantasías sexuales que se llevan a la práctica real tienen que ver con esto último que señalamos: la representación de un papel concreto o el adoptar una personalidad determinada para excitarse o estimular al otro.


El sexo es una interacción social en la que se despliegan una serie de habilidades no sólo amatorias , sino sociales, pues la empatía (capacidad de ponerse en el lugar del otro), la escucha de las necesidades y sugerencias del compañer@ y la asertividad (la defensa y expresión de nuestros derechos y preferencias) ocupan un lugar esencial a la hora de mantener una intimidad satisfactoria. Consecuentemente, como en otro tipo de relaciones, el rol que asumamos variara según:



  • Las circunstancias. Si hay ruidos, o se está pendiente de ser descubierto por terceros como en la playa o en el coche, habrá más dificultad probablemente para concentrarse en las sensaciones placenteras, y ello podrá derivar en representar el rol de amante apresurado, que dedica poco tiempo a los juegos precoitales y va directo a la penetración.

  • Los rasgos de personalidad. Si bien es verdad que hay personas que se muestran tímidas en un contexto de amigos y en la cama con su pareja se desinhiben más por la confianza, lo cierto es que cierto grado de introversión en el día a día correlaciona con una menor iniciativa sexual. No es cuestión de generalizar, pero algunas de nuestras tendencias al relacionarnos socialmente pueden detectarse de forma similar en nuestros encuentros íntimos. Una persona que tiene poca tolerancia a la frustración (a que las cosas no salgan como él/ ella esperaba) y se impacienta en las esperas, probablemente se sentirá ansiosa y enfadada cuando en sus relaciones sexuales algo no marche bien (dificultad para alcanzar el orgasmo, problemas de erección, inhabilidad para comunicarle al compañero sus gustos, etc.)

  • El grado de confianza y estabilidad en la relación de pareja. Por sentido común podría parecer que todo el mundo a medida que se acomoda emocionalmente en su relación de pareja, crece su confianza y desinhibición, adoptando un rol más atrevido en la intimidad. No obstante, hay que puntualizar que no siempre es así; es más, hay quien precisamente al tener sexo esporádico y no necesitar la aprobación del otro más allá de ese día, sin miedo a lo que el amante de turno pueda pensar de él/ ella, se muestra mucho más espontáneo y relajado para dar rienda suelta a su imaginación e inventiva erótica de lo que sería o es capaz de manifestarse con una pareja estable, con la que por miedo a decepcionar o defraudar adopta un papel más inhibido, cauto y pasivo.


Una vez expuestos todos estos factores que hacen que en la intimidad de la alcoba se muestre un papel u otro, podemos corroborar que en el fondo no hay nadie que sea o actúe de una sola manera en todos y cada uno de sus encuentros sexuales, y que aunque podemos hablar de tipos o roles estereotipados, con ninguno de ellos se identificarían ningún amante de por vida y de modo global.

Veamos a continuación algunos de estos arquetipos sexuales teniendo en cuenta, como hemos señalado, que no son más que representaciones genéricas, y que tendamos más a unos u a otros, no es sano tampoco quedarse con la etiqueta estigmatizadora para siempre.



  • El inhibido. Aquel que por una baja autoestima, inexperiencia, timidez, o rechazo por algunas partes de su propio cuerpo se muestra esquivo, pasivo, esperando a que sea el otro el que de el primer paso o marque las directrices del juego sexual.

  • El creativo. Se informa de las ultimas novedades en juguetes sexuales, sorprende a sus compañer@ con nuevas posturas y escenarios para tener sexo, propone llevar a cabo fantasías sexuales y juegos eróticos, etc.

  • El clásico. Es reacio a los cambios y reivindica aquello de “hacer las cosas como siempre se han hecho”, con lo que tiende a escoger la postura del misionero (él encima, ella debajo) como preferente, y se siente violento e incómodo cuando se habla de sexo en una tertulia o en un medio de comunicación.

  • El apasionado. Concede gran importancia al sexo en su relación de pareja y en su vida en general, mostrándose espontáneo y dispuesto a practicar sexo en cualquier momento y lugar. Habla de sexo sin tapujos y confiesa tener facilidad para excitarse o llegar al orgasmo.

  • El fabulador. Se inventa sus propias historias sexuales, se las cree y se encarga de comunicárselas a los demás en forma de hazañas o conquistas, pero la realidad es muy distinta, pues en la soledad se siente vacío, en la intimidad sexual se bloquea (”dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”) y sus amigos y conocidos empiezan a desconfiar de sus andanzas exageradas.

  • El romántico. Envuelve todas y cada una de sus relaciones sexuales, sean estables o esporádicas, de una atmósfera sentimental y detallista, regalando al compañer@ palabras de admiración y ternura. Prefiere un ritmo pausado tanto para seducir como para la relación sexual en sí.Foto1: MaribelPhotoDesign

    Foto2: MeZu




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