martes, 12 de agosto de 2008

Pareja y aficiones: ¿difícil de conciliar?

-“Te vas con tus amigos al bar todos los sábados y los domingos, y yo me quedo aquí como una tonta esperándote en casa”- se queja ella, harta de no formar parte de la vida ociosa de su marido.

-“Los viernes noche de chicas, el tercer fin de semana de mes te vas a hacer un curso de pilates, ahora dices que tienes cena con los del trabajo, ¿y yo qué lugar ocupo en tu vida?“- pregunta él, frustrado por no aparecer en la agenda de su compañera.


Estos son dos ejemplos de cómo algunos tienen serios problemas para llegar a un acuerdo acerca del tiempo que destinan ellos y sus parejas a disfrutar del ocio sin ellos. Hemos de decir que el hecho de tener una relación sentimental o convivencia con alguien no tiene por qué ser incompatible con mantener las amistades o realizar actividades lúdicas o culturales individualmente. Si bien es verdad que las horas destinadas a tal efecto no pueden ser las mismas que cuando se estaba “soltero y sin compromiso”, también es cierto que es sano y deseable que además del “rol de pareja de” ampliemos y cuidemos otros como los de “amigo de”, “socio del club de”, “usuario de la biblioteca”, “deportista”, “miembro de la asociación X”, “hermano de”, etc. No se puede poner un candado a todas esas otras parcelas de la vida social y personal del individuo, supeditando toda su identidad y valía a ser el “cónyuge de”. Todo ser humano necesita relacionarse con otras personas y reservarse espacios de soledad, esté o no esté manteniendo una relación romántica con alguien.


Cuando se está en la fase de enamoramiento, es normal dedicar mucho más tiempo a pensar y quedar con el enamorado que a cualquier otra actividad. Es más, no es extraño ni infrecuente que los protagonistas de este ensimismamiento romántico descuiden sus obligaciones laborales, o concedan menos tiempo a los amigos y a los estudios, porque en esas semanas o primeros meses el foco principal de su atención es aquel que despierta su pasión. Pero esta etapa, como en otros artículos os comentábamos, es temporal y tiene fecha de caducidad, por lo que con el transcurrir del tiempo o bien finaliza la relación o ésta pasa a otra fase más madura y estable, que supone de nuevo un reencuentro con esos amigos, familiares y compañeros que habían quedado un poco abandonados cuando cupido lanzó su flecha.



No obstante, para algunas parejas, como apuntábamos al inicio, esta etapa de consolidar la pareja, implica un punto y aparte con su vida anterior, incluso hay quienes se aíslan completamente y viven únicamente por y para su compañer@, privándose de realizar otras actividades gratificantes o ganar amigos que pudieran enriquecerles también.

No es sano vivir una relación de pareja en una burbuja artificial en la que no tiene cabida nadie ni nada más, porque en algún momento uno de los dos o ambos, asfixiados y enclaustrados la explotarán con ansías de conocer nuevos horizontes. Además de “nosotros” somos “tú” y “yo”, dos entidades distintas con necesidades, inquietudes, aficiones e intereses independientes que no siempre tienen que coincidir o existir de forma simultánea a las del otro. Estar con alguien es para sumar, para ganar en vivencias, no para restar, y si existen dificultades para conciliar el tener pareja con otras áreas personales, quizá pueda ser de ayuda seguir las siguientes pautas:



  • Negocia con tu compañer@ para que con respeto establezcáis de mutuo acuerdo qué tiempo y qué días destinaréis a hacer actividades placenteras de forma individual. Si tenéis aficiones o gustos en común, es una buena manera de pasar tiempo juntos compartiendo algo que os atraiga a los dos. Ahora bien, siempre habrá otras tareas o intereses de vuestra pareja con los que no os identifiquéis y a la inversa, sin que tenga que ser eso obstáculo para que cada uno de los dos pueda seguir practicándolos. Si uno no tolera que el otro disfrute haciendo cosas sin él/ella, puede que la inseguridad y los celos estén escondidos bajo el reproche de “tú vas a tu aire y no cuentas conmigo”.

  • Busca el equilibrio. Una propuesta sana podría ser la de intentar reservar un espacio y un tiempo aproximadamente similar para cada una de estas grandes categorías: la pareja sola, la pareja con amigos o familiares, el individuo solo con sus actividades, el individuo en otras relaciones interpersonales sin su pareja. Según la forma de ser, las circunstancias y las tendencias, habrá quien prefiera pasar más tiempo con familiares que solo, y quien disfrute más en pareja que con amigos, no hay nada malo en ello, el problema surge cuando una de las cuatro categorías eclipsa a las demás y se convierte en la única.

  • Sé feliz con su felicidad. Piensa que cada vez que tu pareja está con sus amigos o sus aficiones, está disfrutando, aprendiendo o desarrollándose como persona, aspectos que harán que pueda aportar más positividad y fortaleza a vuestra relación. El hecho de que pueda sonreír y pasarlo bien cuando tú no estás, no significa que no le atraigas o no te quiera, puesto que simplemente puede deberse a que es un ser con inquietudes.

  • Desarrolla alternativas. Si eres tú quizá el que de los dos menos necesidad de espacio individual tienes, puedes pasarlo muy mal si esperas pasivo a que tu pareja vuelva a casa después de haber practicado su deporte favorito o tomado unas copas con sus compañeros de trabajo. Puede ser un buen momento para aprovechar esas horas de espera, darlas un sentido práctico, buscarles una utilidad: apúntate a algún curso que te interese, dedícalas a tu salud y belleza (peluquería, gimnasio, spa), llama por teléfono a tus amigos, etc.

Foto1: charranarticos

Foto2: sara ves



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